Colaboración en el mercado AECO: el problema y la solución

La colaboración está cada vez más de moda. ¿A qué se debe? ¿Es realmente una "moda" fomentar la colaboración?
Desafío a cualquiera a que se le ocurra una sola rama de la sociedad que dependa exclusivamente de un solo individuo. No es así. Somos seres conectados y todos estamos interconectados. Vivimos en sociedad. Eso es un hecho. Pero, ¿qué es una sociedad? Objetivamente hablando, es un grupo de seres que viven juntos en estado gregario y en colaboración mutua. ¿Y qué es "gregario"? Que tienden a vivir juntos. ¿Y colaboración mutua? Que beneficia a todos los implicados.
Si nos organizamos para vivir así, sería bueno que esta convivencia fuera armoniosa, pacífica y beneficiosa para todos... pero vemos en la vida cotidiana que las cosas no funcionan exactamente así. No es el objetivo de este texto filosofar sobre por qué no es así, quién tiene la culpa o por qué las cosas son como son. El objetivo principal es subrayar que la colaboración es importante y puede considerarse la base sobre la que descansa todo trabajo de éxito.
Según Martin Luther King Jr, "No podemos caminar solos. Y como no podemos caminar solos, debemos aprender a caminar juntos". Marie Curie, por su parte, reflexionó sobre el éxito de las relaciones de colaboración: "La colaboración es la clave del éxito. Cuando trabajamos juntos, podemos lograr cosas que nunca serían posibles solos".
Un concepto interesante con orígenes en el budismo tibetano trata un tema conocido como "La herejía de la separación", que, aplicado brevemente al medio ambiente y a las relaciones humanas, puede entenderse como la falsa creencia de que los seres humanos están desconectados de la naturaleza y de otros seres humanos.
Otro concepto interesante se encuentra en África: Ubuntu. Se trata de un término de las culturas zulú y xhosa que significa: "Sólo existo porque existimos". Estos pueblos creen que la felicidad se consigue mediante la cooperación y la colaboración, porque todo el mundo es mucho más feliz en armonía.
¿Y qué tiene que ver un pastor baptista / activista político, dos veces Premio Nobel, y los conceptos tibetano y africano de colaboración con la Ingeniería?
Prácticamente todo.
Una definición que encontramos en el diccionario: colaboración "...es el trabajo realizado en común con una o varias personas...". En otras palabras, es la realidad de nuestro mercado.
La filosofía Ubuntu, por ejemplo, encuentra paralelismos en el entorno corporativo, especialmente en los equipos de alto rendimiento. Atletas profesionales de distintos deportes afirman que el espíritu de colaboración es esencial para lograr resultados extraordinarios. En las carreras de relevos, cada atleta depende del rendimiento del otro para ganar. Este principio puede aplicarse al mercado AECO, donde la interdependencia del equipo y la confianza mutua son fundamentales para el éxito de cualquier empresa.
La colaboración tiene varios niveles. La más obvia es la que tiene lugar día a día dentro de cada grupo. Al fin y al cabo, es imposible planificar algo que no ha sido mínimamente diseñado; del mismo modo que es imposible gestionar el funcionamiento de un activo sin que esté debidamente construido. Sí, es obvio. Lo que no es tan obvio, sin embargo, es el hecho de que la ausencia de una verdadera colaboración entre la cadena de producción AECO en su conjunto genera ineficacia y despilfarro.
Por eso se habla tanto de BIM. Los modelos paramétricos, las simulaciones, las visualizaciones en 3D y todo el encanto que genera el uso de tecnologías punteras atraen la atención de profanos y no iniciados. Pero el gran valor de adoptar el BIM como base de la ingeniería digital de vanguardia reside en la posibilidad de colaboración y gestión de la información. No es casualidad que se hable tanto de clasificación de la información y de interoperabilidad. Por supuesto. Al fin y al cabo, la información tiene que estar bien organizada para que pueda fluir sin restricciones entre los distintos «actores», independientemente de la plataforma en la que se vaya a acceder / consultar / utilizar dicha información. La adopción de modelos paramétricos permite que la información evolucione con el tiempo: desde ideas y conceptos simples, hasta información tan sofisticada como se desee, fluyendo de parte interesada a parte interesada, como se pasa el testigo en atletismo, en la carrera de relevos de 4x100 metros. Pero la colaboración va más allá de pasar información de mano en mano.
Desde la perspectiva de la gestión de proyectos, nos damos cuenta de que la integración entre grupos va más allá del simple intercambio de información. Se trata de crear un ecosistema en el que cada parte comprenda su contribución al conjunto. Una mentalidad colaborativa es esencial para evitar los silos organizativos y garantizar que las decisiones tomadas en una fase del proceso no pongan en peligro las fases posteriores. Esta visión holística es la que convierte los proyectos en auténticos éxitos.
Además de las ventajas técnicas que ofrece BIM, su implantación requiere un cambio cultural en las organizaciones. En las operaciones de éxito de distintas empresas se observa que esta transformación empieza por valorar a las personas y el trabajo en equipo. BIM no es sólo una herramienta; representa una filosofía de colaboración que requiere una comunicación clara, alineación estratégica y confianza entre las partes interesadas. Si se aplica bien, puede ser el catalizador de una revolución en la forma de diseñar y construir.
Aunque BIM goza de un amplio reconocimiento como potente herramienta para fomentar la colaboración en el mercado AECO, existen otras metodologías que también sitúan la colaboración en el centro de sus prácticas. Advanced Work Packaging (AWP), Lean Construction y Agile Methods son ejemplos que comparten un principio común: la integración y el trabajo conjunto entre todas las partes implicadas. La esencia de estas metodologías reside no sólo en sus técnicas específicas, sino en su capacidad para crear un entorno en el que las distintas partes interesadas trabajen alineadas en pos de objetivos compartidos. Independientemente del nombre o del enfoque adoptado, el valor real reside en la mentalidad colaborativa que elimina silos, fomenta la confianza y busca resultados optimizados para todos los implicados. El éxito depende de la sincronización y la armonía entre los participantes.
La colaboración parte de la comprensión de que cada parte del sistema de producción tiene su propia importancia, valor y necesidad de estar presente en el proceso. No se puede ser colaborativo y egocéntrico: son conceptos antagónicos y mutuamente excluyentes. Un buen jefe de equipo promueve la sinergia, que es precisamente el funcionamiento del conjunto en armonía. Del mismo modo, debe tener como premisa promover las condiciones en las que todos los implicados puedan hacer su parte y garantizar que estas partes dialoguen entre sí a niveles inteligibles y sirvan al principal beneficiario: el cliente final.
En última instancia, la colaboración no es sólo una solución a los retos del mercado AECO; es un valor intrínseco que define nuestra capacidad para innovar y prosperar. Ya sea en la ingeniería, en el deporte o en cualquier sector, los mejores resultados se obtienen cuando las personas trabajan juntas con determinación y sinergia. Como profesionales, debemos adoptar esta mentalidad de campeones, fomentando entornos de colaboración que impulsen tanto el rendimiento como la satisfacción de los implicados. Sólo así podremos alcanzar el verdadero éxito de un proyecto, no porque un área o empresa implicada haya obtenido resultados acordes con sus objetivos individuales, sino porque todas las partes han logrado de hecho un rendimiento superior a la media y acorde con los objetivos mutuos.
Es natural que siempre haya resistencia al cambio y cierta desconfianza hacia las tecnologías y metodologías de vanguardia. Sin embargo, una vez que se ven los beneficios en la práctica, como mejor comunicación, satisfacción del cliente (interno y externo), costes bajo control, retrabajo evitado y mayor sinergia entre los implicados, mayor es el compromiso con las prácticas colaborativas.
Tal vez el mayor reto de nuestro tiempo sea demostrar que colaborar es mejor que competir; que no existen las relaciones "win-win" en las que manda el ego; y que la colaboración es tanto el reto a superar como la propia solución.
Autores: Cristiano Silva e Israel Murat